Callar no es hacer silencio


Cuando uno pierde la habilidad de comunicar sus sentimientos y se acostumbra a permanecer en silencio, uno en realidad se calla por fuera pero se grita por dentro. ¿Si no puedes hablar desde el centro de tu corazón, desde qué arista lo haces? Conversar con el otro abiertamente es una iniciativa importante para amar de la mejor manera, pero cuando comienzas a seleccionar aquello de lo que sí puedes hablar para no perturbar al otro ni recibir sus críticas, estás haciendo del silencio un adversario invisible.

Cuando comienzas a evadir lo que quisieras gritar con el alma, seleccionando cuidadosamente lo que se va a poner sobre la mesa, cuando cedes tus espacios comunicativos hasta perder tu identidad justo cuando tu pareja posterga lo que es indispensable decir, tú te sigues gritando por dentro esperando de nuevo el momento preciso.

Si tu pareja no acepta que tienes una historia de vida y que podrías en alguna oportunidad retomar algún elemento para colocarlo dentro de la conversación, porque de inmediato sus juicios son más relevantes que tu opinión, con el tiempo algunos temas se van excluyendo del diálogo porque abordarlos significa que la discusión se planteará y se irán quedando de nuevo atascadas conversaciones inconclusas.

Si al abordar cualquier situación tu pareja recurre al pasado o toma episodios de tu propia vida para salirse del tema o para desvalorizarte, es solo una medida evasiva que adopta para no solucionar un acontecimiento del presente y para no negociar ni establecer acuerdos, puesto que el pasado siempre será una salida fácil por donde escabullirse y omitir su responsabilidad en el actual dilema que se presenta.

Si cuando exteriorizas tus desacuerdos no los puedes conversar con un minino de objetividad porque de inmediato dramatizas, si no puedes expresarte libremente sin la necesidad de imponerte ni de levantar la voz, lo dicho no habrá valido la pena. Recuerda que si pierdes el control por cosas muy mínimas es porque vienes acumulando cosas muy máximas.

No se trata de convencer al otro sobre tu punto de vista sino de trasmitir tu sentir y que el receptor se quede con algo del mensaje, pero si lo que recibes del otro como respuesta es solo una descalificación de tu aporte, entonces no es preciso que cedas para que el otro quede conforme, y si a cambio estás recibiendo reproches de culpas inexistentes, es posible que pierdas las ganas de reconectarte con tu pareja.

Ahora, reaccionar con indiferencia es una actitud violenta, incluso ignorar lo que el otro siente también es una forma de agredir, cuando la culpa es más grande que el amor, cuando el otro te obliga a sentir más culpa que afecto o cuando los eventos de frases hirientes son muy recurrentes, las discusiones no se dan para salvar la relación sino más bien para deteriorarla o destruirla.

Cuando uno está en un proceso de crecimiento personal para cambiar o mejorar algunos aspectos que hasta ahora han sido dañinos, es factible recaer en el drama, la inseguridad o los celos, has trabajado mucho para ser tu mejor versión, pero alguna situación te regresa a la impulsividad, la desconfianza o el conflicto.

Lo mejor que puedes hacer es no controlar tu proceso de sanación e ir dejando de a poco el pasado para no proyectarlo en el futuro, cambiar un pensamiento o una forma de sentir no es algo que se logre en un corto tiempo, lo primero es entender que si hay algo afuera que no toleras, que te irrita o que te agobia, no pretendas que eso se transforme para que consigas el bienestar que tanto anhelas.

Las personas que están conscientes de su propio cambio no viven esperando a que los demás cambien para que todo cambie, esos que se sientan en el borde de la cama para esperar a que la pareja cambie, como si la relación solo dependiera del otro y lo que ocurre adentro no fuese responsabilidad de ambos, son personas que no crecen solas y menos en compañía.

Crecer al lado de alguien significa que lo que dices es tan importante como lo que callas, puede que nada digas pero tus gestos no paran de manifestar tu desagrado o tu amor aún conectado, el mejor silencio que puedes hacer es el que utilices para reencontrarte contigo, un silencio reconfortante en el que buscas las mejores palabras para comunicarte de manera asertiva.

Callar no significa que estés haciendo silencio porque tus actos y desinterés siguen hablando por ti, cuando te vuelves distante porque simplemente tu opinión nada le aporta a la relación, enmudecerte no es siquiera un acto de defensa sino de rebeldía hacia ti, ya que al no expresar tu sentir lo terminas colocando en tu contra.

La incomunicación provoca desencuentros, y al plantearse un proyecto de vida al lado de alguien y fracasar porque no pudiste decir lo que querías al momento que lo necesitabas, se torna una convivencia en la que a diario tomas cautela con lo que dices, y a la larga hablar será un acto que preferirás obviar mientras le otorgas al otro el derecho de tomar las decisiones importantes de ambos.

El silencio no es solo un invitado de honor entre parejas, también te callas ante tu hijo, tus hermanos o tus padres, te silencias creyendo que es la mejor respuesta, conformarte o exigir demasiado son dos vertientes que te llevan a un silencio frustrado, muchas veces tienes tus propios problemas irresueltos y lo que has venido haciendo es ir volcándolos sobre tu pareja, y como te das cuenta que esa persona tampoco resuelve lo suyo, ambos se callan, pero el verdadero amor no sabe hacer silencio oportuno.

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